Por Tabata Nishizawa
Donald Trump es presidente de los Estados Unidos. Así es, la noticia fue anunciada a las 02:15 a.m. hora de México y el mundo entero aún no puede creerlo. Las bolsas se tambalean, el dólar sigue subiendo a cada minuto, el peso sigue bajando a niveles históricos y existe un pánico colectivo.
¿Cómo hemos llegado a esto? ¿Cómo es que un hombre racista, misógino e incapaz de gobernar tiene en sus manos a la mayor hegemonía del planeta? ¿Por qué el pueblo norteamericano permitió semejante barbaridad? , son algunas de las preguntas que ahora rondan nuestra mente…
Más allá de las repercusiones políticas y económicas que traerá el resultado en los próximos meses (un escenario nada agradable), me gustaría que el punto central de esta columna fuera la perspectiva social, aquello que nadie puede explicarnos y causa resquemor en la mayoría de las comunidades latinas residentes en nuestro vecino del norte.
Pensemos en esto: familia de inmigrantes, trabajadores todos, luchando por ganarse un lugar y sobre todo el respeto en una tierra que no es la suya. Por otro lado: Familia de ciudadanos originarios de su país, conservadores; el padre piensa que las oportunidades de trabajo son escasas y la causa principal serían los inmigrantes que han venido a trabajar en su territorio, los llama ilegales y generaliza apuntándolos como delincuentes. Esta historia se repite y no sólo en Estados Unidos, pasa en México con ilegales guatemaltecos y de todas partes de Latinoamérica, pasa en Europa con refugiados de medio oriente, pasa por nuestra intolerancia y falta de conciencia, por nuestra doble moral.
Casi la mitad de los norteamericanos ha votado por Trump, algunos afroamericanos, muchas mujeres y demasiados latinos; incluso esto nos ha parecido antinatural pero haciendo un esfuerzo por poner todo sobre una balanza, nos daremos cuenta que lo ocurrido no es totalmente culpa de los votantes. Así es, tenemos que hablar de culpables. Bombas mediáticas de diversas cadenas televisivas, responsables de opiniones divididas, falsas creencias y estereotipos, personajes dando juicios de valor. Un sistema fallido, y no hablo solamente del sistema político, también de un sistema educativo plagado de carencias, responsable de la falta de pensamiento crítico de los jóvenes, culpable de que crean que un gobierno radical es la mejor solución para los problemas que atraviesa la nación. Un gobierno que se ha dedicado en cuerpo y alma a la creación de estrategias para obtener siempre más fuera de su territorio, sin darse cuenta de que mientras esto pasa, su gente cae en la desesperación por falta de oportunidades laborales y una economía desbaratada.
La culpa la tienen los votantes, los medios, el sistema y sí, nosotros. Nos duele y publicamos en redes nuestro enojo, pero nos quedamos sólo ahí. Se dice que somos la generación del cambio y sin embargo los resultados siguen siendo los mismos; ni siquiera todos nuestros estudios en historia nos bastan para darnos cuenta de que esta piedra es la misma y ya nos hemos tropezado muchas veces con ella. Paul Krugman publicó ayer en The New York Times: “Creo que tendremos que levantarnos y tratar de encontrar la forma de continuar, pero esta ha sido una noche de revelaciones terribles y no considero que sea un exceso sentir tanto desconsuelo”. Concuerdo con su opinión, hay desconsuelo pero también es hora de continuar y pensar en lo que realmente somos y queremos para el futuro, lo imposible ha pasado y es cosa seria, ¿Qué estamos esperando para realmente hacer algo y pensar de forma crítica y ética?