Llega el sábado, y por la mañana, Toño, vocalista de la banda Índigo, se prepara para el ensayo, un ensayo que aunque paulatino, es esperado con paciencia y ciertas ansias. Como puede, se levanta con ayuda de alarmas programadas aproximadamente a las nueve o nueve y media de la mañana. Observa su celular, checa los últimos whatsapps que recibió durante la noche para constatar que el ensayo no fue cancelado o simplemente para enterarse de algún aviso realizado por alguno de los otros miembros de la banda. Una vez constatado lo anterior, se viste, alista las cosas necesarias para el ensayo, agua, para evitar resequedad en su garganta, libreta, en la que lleva letras de algunas rolas, y por supuesto, el micrófono. Baja a la primera planta de su casa y escarba en la cocina con el fin de encontrar un refrigerio digno que lo haga soportar la mayor parte del ensayo. Una vez acabado el bocadillo, avisa su retirada lleno de energía y entusiasmo con un “Al rato regreso”, el cual, es respondido con un “Te vas con cuidado”. Finalmente sale de su casa para emprender el largo camino de una hora (si bien le va) a Tonantzintla, pueblo perteneciente a San Andrés, y en el que vivió dos años durante su infancia. Es un lugar muy tranquilo, los vecinos nos dejan hacer ruido a placer, nadie nos molesta- comenta Toño mientras camina con sigilo y cuidado rumbo a la Recta Cholula bajo un cielo azul que ofrecía aquel sábado por la mañana.
Una vez allí y después de unos diez minutos de espera, pasa un camión en el que se alcanza a leer “Chipilo” en el parabrisas delantero. De inmediato Toño hace la parada y sube al camión. Unos minutos más adelante y como si estuviera planeado, suben al mismo camión Iván y Manuel, dos integrantes más de la banda, que por razones geográficas toman el mismo camión que Toño. Se saludan y continúan con el largo viaje el cual contrarrestan entreteniéndose escuchando música o disfrutando del paisaje que ofrecen las calles rústicas del centro histórico de Cholula.
Una vez llegado a su destino, caminan hacia la casa de ensayos, un lugar que sin habitantes ni muebles, sirve como refugio de la banda durante las siguientes tres horas. Como toda banda, alistar todos los instrumentos lleva su tiempo, sobre todo la batería, la cual necesita afinarse después de un rato. Mientras, en el balcón de la casa ,Toño afina y hace calentamientos de garganta, y es porque dice conocer los riesgos que conlleva cantar en frío.
Comienzan a retumbar todos los instrumentos en la casa fria y vacía. La voz resonante característica de Toño impacta con verdadera fuerza mientras que los baquetazos duros y rítmicos de Iván resaltan durante los primeros minutos de su canción Amanecer. Después de terminar con todo su set list, comienzan a improvisar, buscando nuevos sonidos y ritmos: una forma interesante de llegar a nuevas canciones. Finalmente terminan. Entre risas y comentarios burlones se encaminan hacia algún puesto de comida a alimentarse después de una larga jornada musical y finalmente todos se van rumbo a sus casas dejando atrás aquel pueblo, testigo de una banda poblana en busca de una identidad musical, pero sobre todo, en busca de un lugar en la escena del Rock actual.
Una vez allí y después de unos diez minutos de espera, pasa un camión en el que se alcanza a leer “Chipilo” en el parabrisas delantero. De inmediato Toño hace la parada y sube al camión. Unos minutos más adelante y como si estuviera planeado, suben al mismo camión Iván y Manuel, dos integrantes más de la banda, que por razones geográficas toman el mismo camión que Toño. Se saludan y continúan con el largo viaje el cual contrarrestan entreteniéndose escuchando música o disfrutando del paisaje que ofrecen las calles rústicas del centro histórico de Cholula.
Una vez llegado a su destino, caminan hacia la casa de ensayos, un lugar que sin habitantes ni muebles, sirve como refugio de la banda durante las siguientes tres horas. Como toda banda, alistar todos los instrumentos lleva su tiempo, sobre todo la batería, la cual necesita afinarse después de un rato. Mientras, en el balcón de la casa ,Toño afina y hace calentamientos de garganta, y es porque dice conocer los riesgos que conlleva cantar en frío.
Comienzan a retumbar todos los instrumentos en la casa fria y vacía. La voz resonante característica de Toño impacta con verdadera fuerza mientras que los baquetazos duros y rítmicos de Iván resaltan durante los primeros minutos de su canción Amanecer. Después de terminar con todo su set list, comienzan a improvisar, buscando nuevos sonidos y ritmos: una forma interesante de llegar a nuevas canciones. Finalmente terminan. Entre risas y comentarios burlones se encaminan hacia algún puesto de comida a alimentarse después de una larga jornada musical y finalmente todos se van rumbo a sus casas dejando atrás aquel pueblo, testigo de una banda poblana en busca de una identidad musical, pero sobre todo, en busca de un lugar en la escena del Rock actual.