Por: Cristina Tenorio
Las grandes mentes con buenas ideas abundan en nuestro país pero, ¿por qué no las vemos realizadas? El fenómeno latente de la fuga de cerebros en México no es algo nuevo ni algo que sorprenda. México invierte menos del 1% de su PIB en rubros como educación, ciencia, tecnología y cultura. En comparación con la inversión en otros países esto da pena.
Siendo realistas las ideas y el talento no crecen en suelo infértil y seco. Y son los científicos, emprendedores y artistas los primeros damnificados de los recortes presupuestales del gobierno mexicano. Entonces, ¿qué otras alternativas tienen? Pues solicitar créditos difíciles de adquirir y liquidar, buscar al mejor postor o a patrocinadores; pero algo es casi seguro, hay que dar algo a cambio. Al final para una gran mayoría que lo intenta, la decepción es inevitable.
Sin embargo, no todo es decepción en este campo. Es posible que las plataformas de crowdfunding no sean muy conocidas aún, pues esta modalidad es relativamente joven en en México, sin embargo, se convirtió en una esperanza para el financiamiento de proyectos «imposibles». La confianza que ha ganado en el público es de reconocerse y la comunidad que se ha formado es admirable; de los resultados tal vez se puedan decir maravillas. No obstante, lo más recalcable, desde mi punto de vista, son la confianza y el altruismo en forma de donaciones, aparentemente, desinteresadas.
Fondeadora es una de las principales plataformas de crowdfunding en México y en noviembre cumple 5 años. El principal reto que enfrentó como otras plataformas es la renuencia del público y la poca confianza, ¿quién regala su dinero por internet? Pues hace 5 años tal vez no muchas personas pero hasta el momento han sido miles las que han contribuido para que Fondeadora presuma más de 2 mil proyectos exitosos y la recaudación de casi 190 millones de pesos. Nada mal.
Pero entre tanta buena cosecha siempre hay una manzana podrida. Fue el pasado octubre cuando ésta salió a relucir: Un proyecto ambicioso de un tal Mick Islas, nombrado Foodies. La propuesta no era única ni algo muy novedoso pero era atractiva. Normalmente, cada proyecto ofrece una recompensa basándose en la cantidad donada; una vez cumplida la meta se hace entrega de dichos regalos. Foodies comenzó a ofrecer hasta la casa, es decir, acciones en la empresa cuyo porcentaje iba subiendo en función de la cercanía a la meta. Con la ayuda de 188 fondeadores el proyecto de Mick recaudó casi un millón de pesos. El final trágico se anunció cuando Mick cobró su dinero y desapareció. Nadie sabe dónde está pero lo que sí sabemos es que no es la primera vez que hace esto: defraudar.
Fondeadora reembolsará a los defraudados que lo soliciten sin poner peros, así que el dinero no es el problema en esta tragicomedia mexicana. El verdadero problema es la ruptura sentimental con el crowdfunding; inversionistas y emprendedores tenían una relación basada en la confianza y en el simple deseo de ayudar al otro y creo que eso valía más que un millón de pesos.
Por otra parte, no es el único caso que existe de fraude en este tipo de plataformas. En todo el mundo ha sucedido y es por ello que se critica la poca regulación que tiene el crowdfunding. A partir de esto, las cosas van a cambiar, eso es seguro. Los afectados en esta ocasión no solo son los emprendedores y los inversionistas, somos todos demostrando una vez más al mundo que el dinero corrompe. Y a Mick Islas, donde quiera que esté, lo culpo por haber traicionado algo tan extraordinario.