Sebastián Malagón
Desde que era pequeño, siempre me han gustado las películas de animación japonesa, también llamadas anime. Uno de los mejores estudios de animación es el estudio Ghibli fundado en 1985, por el galardonado director Hayao Miyazaki junto a su amigo y mentor, Isao Takahata. El estudio cuenta con 21 películas la mayoría bien recibidas tanto por la crítica como por la audiencia, una de ellas (El viaje de Chihiro) logró un Oscar, por mejor película animada, la primer y única película “anime” en conseguirlo.
Hace una semana tuve la oportunidad de ver precisamente esta película El viaje de Chihiro, en el cine. La película estrenada originalmente en el año 2001 se proyectó nuevamente gracias a una serie de proyecciones especiales por parte de cinepolis. Se presentaron seis películas entre ellas Mi vecino Totoro, El increíble castillo vagabundo, y por supuesto El viaje de Chihiro. La película es una de mis favoritas, está dirigida de una manera excelente por Hayao Miyazaki.
Algo que me encanta, y en general de todas las películas del estudio, es su música compuesta por Joe Hisaishi, exitoso compositor que ha hecho más de 100 bandas sonoras. Quizás mi gusto por su banda sonora se deba a mi preferencia por el piano, pues tiene composiciones hermosas, muy tranquilas, divertidas, movidas y algunas melancólicas, que encajan de manera perfecta con la película, la cual empieza cuando Chihiro y su familia se mudan de ciudad. Ella se nota un poco desanimada pues como a la mayoría de los niños no le gustan los cambios. Cuando están a punto de llegar a su destino, el padre de Chihiro toma un camino diferente, atraviesan un bosque que a ella ve extraño, terminan frente a la entrada a un túnel, el padre decide investigar adónde lleva, a pesar de que Chihiro no estaba de acuerdo, entran al lugar, ella está nerviosa, no se despega de su madre, al llegar al otro lado se encuentran con un hermoso paisaje, unas colinas verdes y lo que parece ser un “parque de diversiones abandonado”, o por lo menos eso es lo que sugiere el padre de Chiriro. Llegan a lo que fue un riachuelo, ahí les llega un delicioso aroma y deciden seguirlo, a Chihiro le sigue pareciendo una mala idea, se adentran al parque y caminan entre los edificios. Después de buscar por un tiempo llegan, no hay nadie pero ellos empiezan a comer de todas maneras, o por lo menos los padres, Chihiro disgustada se aleja del ahí, deambula por el lugar y se encuentra con un puente y al otro lado una casa de aguas termales. Un niño aparece , al verla se sorprende y le dice “ Que haces tú aquí, vete, ya va a oscurecer, vete ¡rápido!, no puedes estar aquí”. Ella sale corriendo al mismo tiempo que el sol se oculta, la oscuridad la va siguiendo, conforme regresa, todo empieza a cambiar, se encienden las luces y todo comienza a cobrar “vida”, pero al llegar con sus padres se encuentra con algo extraño.
Así es como inicia esta increíble historia, la cual disfruté mucho a pesar de ya haberla visto, no es lo mismo que hacerlo en el cine y más cuando la ves con la persona indicada.
Desde que era pequeño, siempre me han gustado las películas de animación japonesa, también llamadas anime. Uno de los mejores estudios de animación es el estudio Ghibli fundado en 1985, por el galardonado director Hayao Miyazaki junto a su amigo y mentor, Isao Takahata. El estudio cuenta con 21 películas la mayoría bien recibidas tanto por la crítica como por la audiencia, una de ellas (El viaje de Chihiro) logró un Oscar, por mejor película animada, la primer y única película “anime” en conseguirlo.
Hace una semana tuve la oportunidad de ver precisamente esta película El viaje de Chihiro, en el cine. La película estrenada originalmente en el año 2001 se proyectó nuevamente gracias a una serie de proyecciones especiales por parte de cinepolis. Se presentaron seis películas entre ellas Mi vecino Totoro, El increíble castillo vagabundo, y por supuesto El viaje de Chihiro. La película es una de mis favoritas, está dirigida de una manera excelente por Hayao Miyazaki.
Algo que me encanta, y en general de todas las películas del estudio, es su música compuesta por Joe Hisaishi, exitoso compositor que ha hecho más de 100 bandas sonoras. Quizás mi gusto por su banda sonora se deba a mi preferencia por el piano, pues tiene composiciones hermosas, muy tranquilas, divertidas, movidas y algunas melancólicas, que encajan de manera perfecta con la película, la cual empieza cuando Chihiro y su familia se mudan de ciudad. Ella se nota un poco desanimada pues como a la mayoría de los niños no le gustan los cambios. Cuando están a punto de llegar a su destino, el padre de Chihiro toma un camino diferente, atraviesan un bosque que a ella ve extraño, terminan frente a la entrada a un túnel, el padre decide investigar adónde lleva, a pesar de que Chihiro no estaba de acuerdo, entran al lugar, ella está nerviosa, no se despega de su madre, al llegar al otro lado se encuentran con un hermoso paisaje, unas colinas verdes y lo que parece ser un “parque de diversiones abandonado”, o por lo menos eso es lo que sugiere el padre de Chiriro. Llegan a lo que fue un riachuelo, ahí les llega un delicioso aroma y deciden seguirlo, a Chihiro le sigue pareciendo una mala idea, se adentran al parque y caminan entre los edificios. Después de buscar por un tiempo llegan, no hay nadie pero ellos empiezan a comer de todas maneras, o por lo menos los padres, Chihiro disgustada se aleja del ahí, deambula por el lugar y se encuentra con un puente y al otro lado una casa de aguas termales. Un niño aparece , al verla se sorprende y le dice “ Que haces tú aquí, vete, ya va a oscurecer, vete ¡rápido!, no puedes estar aquí”. Ella sale corriendo al mismo tiempo que el sol se oculta, la oscuridad la va siguiendo, conforme regresa, todo empieza a cambiar, se encienden las luces y todo comienza a cobrar “vida”, pero al llegar con sus padres se encuentra con algo extraño.
Así es como inicia esta increíble historia, la cual disfruté mucho a pesar de ya haberla visto, no es lo mismo que hacerlo en el cine y más cuando la ves con la persona indicada.