El demonio neón: lo grotesco de la belleza
“La belleza no lo es todo, es lo único”
Neon Demon, 2016.
Neon Demon, 2016.
Por: Tabata Nishizawa
Nicolas Winding Refn es un hombre, que a pesar de no ser tan popular por los pasillos hollywoodenses, es necesario que todos los amantes del cine lo tengan en cuenta de ahora en adelante, pues no sólo es un simple director danés, este sujeto ha creado lo que próximamente llamaremos la película de culto más importante de los último años: El demonio neón.
La cinta es una fuerte crítica a la industria y concepción social de la belleza. La representación de este ideal lo vemos reflejado en la joven actriz Elle Faning, quien se interna en un mundo cruel, sufriendo una extraña metamorfosis a lo largo de la historia y deambulando entre la inocencia y la maldad.
La estética y el diseño de la película superan por mucho a la pobre publicidad que tuvo en nuestro país. El espectador es consciente de un diseño minimalista y elegante, una fotografía plagada de colores contrastantes, escenarios cuidados y simbolismos por doquier. La elegancia del diseño contrasta con la dura crítica que el director danés intenta crear; no es un filme de horror por las imágenes grotescas, sino por representarnos como una sociedad caníbal, ansiosa de aquello que llamamos éxito y hambrienta de belleza; esa plenitud física y juvenil que a todo mundo fascina y que en la mayoría de los casos, encantaría alcanzar. Como mencionó alguna vez Bataille “se desea apasionadamente la belleza no por sí misma, sino por la dicha que se experimenta al profanarla”.
Todos los elementos son perfectamente acompañados por una banda sonora a cargo de Cliff Martínez quien también realizó música para “Solaris” (los admiradores sabrán de qué hablo) y para la exitosa “Drive”, orgullo y joya de la corona de Winding.
A pesar de todas las características que la película maneja, los críticos de alrededor del mundo han optado por calificarla como onanista y aburrida, una grotesca farsa faustiana según el diario “El periódico”. Grave error insultar de esa manera a una obra tan compleja, terrible el tratar de dar una clasificación a un trabajo cuya intención es la denuncia, y lo más grave del asunto es no dejar que el trabajo se defienda por sí solo, pues en Puebla el filme se estrenó en tan sólo dos salas de cine con dos horarios diarios para cada una. ¿Esta es la importancia que se le da actualmente al cine emergente? ¿Cuántos años tendrán que pasar para que “El demonio neón” sea finalmente reconocida por su contenido, dejando atrás opiniones sin argumentos?
La mayoría de las cintas que actualmente consideramos de culto, no tuvieron la fortuna de contar con la aprobación de alguna academia cinematográfica reconocida, sin embargo quedaron en la memoria colectiva y eso cuenta más que cualquier estatuilla. Seamos críticos con argumentos, críticos de cine, críticos de los estándares de la belleza, críticos a lo que nos rodea, pero siempre reconociendo el valor de aquel trabajo que nos ayuda a pensar más allá de lo establecido.