Cronica de una violencia marveliana
Por- David Cortez Sandoval
En un principio estaba Marvel Studios y su director general Kevin Feige. Mediante estas dos entidades, un mundo de imágenes y sonidos fantásticos se fueron forjando a través de diferentes historias que poco a poco fueron llenando el vacío dejado por un mundo de producciones fallidas y sueños rotos, donde la falta de creatividad, una visión pobre y una carencia de perspectiva, condenó a tantos proyectos que pudieron dejar un legado digno para guionista, directores, actores y fanáticos. Fue de ahí, de entre las cenizas, que Marvel Studios se erigió por sí sola como la fábrica de sueños para los amantes del cómic.
El camino fue difícil, pero con un sendero concreto. Desde sus humildes inicios, la empresa tenía una visión que se planteó desde la primera película en su haber: " iron Man" con críticas favorables, un buen presupuesto y actuaciones excelentes. Esto sólo fue el comienzo.
Durante los siguientes 5 años, Marvel Studios con Kevin Feige a la cabeza, se dedicó única y exclusivamente a complacer y satisfacer las expectativas de un público hambriento de historias memorables dignas de verse en la pantalla grande. Todas y cada una de las cintas respetaban, en los límites de lo posible, la esencia de los personajes, sus motivaciones, causas.
Nadie puede negar los altibajos que algunas de sus propuestas tuvieron, sin embargo, el público se mantenía satisfecho con los primeros pasos de una incipiente saga que nos fue anunciada de manera implícita al principio y luego de forma abrumadora e inesperada en lo que hoy conocemos como su primera fase, cuya culminación fue The Avengers y su impactante escena post créditos.
Todo parecía estar bien hasta el 2012 con 6 películas realizadas, 5 personajes clave para la continuación de las fases posteriores, propuestas y proyectos por concretar y una ganancia estrepitosa en lo económico, por decir lo mínimo. Parecía no haber algún pero en el plano argumentativo y narrativo del universo marveliano y sin darse cuenta los fanáticos fueron cayendo en el conformismo de lo que una producción cinematográfica dedicada a los superhéroes podía brindarles hasta el momento, dadas las circunstancias, ya que un elemento indispensable estaba siendo eludido, el cual era clave para la continuación y éxito de la compañía: la violencia
Desde un principio se estableció que este mundo fantástico tendría ciertos límites, pero, ¿qué es de una historia fantástica si le ponen límites?
Es por lo anterior qué Marvel Studios tuvo los pantalones para complacer a ese sector de la audiencia que exigía más: más violencia, más llanto, más dolor, más realidad.
En agosto de 2012 a tan sólo 3 meses del estreno de Avengers, Marvel y Netflix se embarcaron en una aventura que glorificaba los valores y actitudes en que ambas compañías fueron fundadas; el riesgo a lo nuevo, la no censura, las historias crudas y más que nada el respeto de los fanáticos. Fue en ese momento cuando los superhéroes se verían en la pantalla de una manera muy distinta.
Un personaje icónico, salido de las entrañas de la mente de Stan Lee había llegado. Un personaje atrapado entre la línea de la moral y la rectitud, que no tenía miedo a ensuciarse las manos de la manera más violenta pero que respetaba esa delgada línea que todo héroe de cómic teme cruzar. Por supuesto nos referimos a Dare Devil.
El lanzamiento de la miniserie basada en el abogado ciego de hell's kitchen, nos enfrentaba con el lado opuesto de ese mundo fantástico que reemplaza el humor y la fantasía con violencia explícita y dilemas morales dignos de analizar. La serie fue recibida con excelentes críticas en producción, dirección y desempeño de los actores. Cada uno de los elementos mostrados en pantalla fue cuidado a la perfección, yendo desde el reparto hasta las escenas de acción que fueron extraordinarias, muchas de las cuales fueron hechas en una sola toma.
Dare Devil fue para Netflix lo que Iron Man fue para Marvel Studios en cuanto a la cimentación de un género que esperaba una historia digna de ser contada ya que con esta primera serie se abrió un camino insospechado y muy fructífero del cual muchos fanáticos han quedado enganchados, y así como esperan la próxima película de Marvel, esperan su próxima serie, que en ocasiones puede rebasar las expectativas de una producción multimillonaria.
Ahora en 2017, después de haber pasado por dos temporadas de Dare Devil, una temporada de Jessica Jones, una de Luke Cage, una de Iron fist;; personajes que siguieron una línea semejante a la primera puesta de Netflix, cada uno con sus variantes y libertades de acuerdo a sus antecedentes narrativos. se planta en la pantalla de Netflix una historia demasiado buena y demasiado violenta para poder plasmarse en un mundo de superhéroes, cuyo barco está capitaneado por las más altas esferas de los directivos de Disney, compañía dueña de Marvel Studios.
Una historia plagada de odio, resentimiento, culpa y violencia qué podría rivalizar fácilmente con las secuencias más explícitas del maestro Quentin Tarantino. Es la historia de un personaje que hace que Batman pareciera un interrogador cualquiera de una comisaría local. Por supuesto estamos hablando del antihéroe por excelencia, aquel hombre que no persigue al crimen si no lo castiga: The punisher.
The Punisher es la línea cúspide que todo aficionado al cómic y al buen cine quiere llegar a ver. El protagonista Jon Bernthal en el papel de Frank Castle "The punisher", nos entrega una actuación digna de un Globo de Oro o un Emmy. Se trata de un hombre atormentado día con día por el asesinato de su familia y la posibilidad de que aquel trágico incidente sea su culpa y con la única alternativa que en la vida restante le dejan descubrir quién es el verdadero culpable. Es un proceso que lo llevará a enfrentar un pasado que creía enterrado al mismo tiempo que asesina a diestra y siniestra sin la menor consideración a todo aquel que se atreva a interferir en su camino y usando cualquier método imaginado para alcanzar su meta. Las peleas, la sangre, las entrañas, las armas y las explosiones estarán a la orden del día, todo ello con una deliciosa justificación y un realismo que nos hará olvidar por momentos qué se trata de un personaje de cómic.
Como la mayoría de las series de Netflix, The Punisher maneja de manera impecable las locaciones, la producción, la historia, la dirección y las actuaciones. Una serie digna de un maratón que hace recordar aquellos tiempos gloriosos de televisión por cable donde la violencia, el sexo, el lenguaje explícito, el alcohol y las drogas eran derechos exclusivos de HBO.