POR ANDREA TONALLI PEÑA CORTÉS
Creo que ya pasaron tres semanas desde que el New York Times diera a conocer los casos de abuso sexual por parte del productor hollywoodense Harvey Weinstein y desde entonces decenas de actrices se han sumado a la lista de víctimas que han decidido contar lo que llevan años callando.
Diariamente leo una nueva nota con un nuevo nombre de alguna personalidad que lleva a la práctica las mismas conductas sexuales en mayor o menor medida. Es entonces que diariamente me doy cuenta de la grave situación en la que vivimos tanto hombres como mujeres en cuanto al acoso sexual; algo del día a día al menos en México.
Como una mujer que vive en el estado de Puebla –estado que según el INEGI[1]-, ocupa el primer lugar nacional con mayor violencia física y sexual hacia las mujeres, puedo decir que el acoso sí es un problema de todos mis días, situación que se refleja en algo que pareciera tan banal como vestirme.
Y es que al despertar lo primero que hago después de ir al baño es checar cómo estará el clima y de acuerdo al a veces no tan acertado servicio de clima de mi celular, empiezo a revisar qué me pongo. Pero momento… ahí no acaba el asunto, justo en ese instante en el que estoy parada frente a mi clóset empiezo a hacer las ya rutinarias preguntas de ¿en qué lugares estaré hoy?, ¿con quién/quiénes estaré?, ¿por qué calles caminaré?, ¿qué transporte público usaré y a qué horas?, la blusa ¿se transparentará demasiado?, y así ir respondiéndome mientras elimino opciones. Y no se diga cuando tienes ganas de ponerte un vestido o una falda.
Una vez lista, agarro mi mochila, el celular y los audífonos y salgo de mi casa. En la calle todos estamos propensos a convertirnos en víctimas de algún tipo de delincuencia pero como mujer aparte de eso tienes que pensar en si a algún par de idiotas se les ocurre decirte algún piropo o aquél que te dice que deberías actuar más como una mujer, o el que logra con su mirada hacerte sentir incómoda, es decir, los Weinstein de nuestro día a día.
A pesar de todo esto, conozco igualmente a seres maravillosos que revierten las preguntas o que simplemente hacen que las olvides por un rato, personas que reconocen al otro como su igual y sobre todo que lo respetan, sin importar sexo, género, preferencia sexual o si decide usar falda o pantalón ese día.
[1] http://www.lajornadadeoriente.com.mx/2017/07/20/atlas-genero-del-inegi-puebla-primer-lugar-nacional-mayor-violencia-fisica-sexual-hacia-mujeres/ recuperado el 8 de noviembre de 2017.
Diariamente leo una nueva nota con un nuevo nombre de alguna personalidad que lleva a la práctica las mismas conductas sexuales en mayor o menor medida. Es entonces que diariamente me doy cuenta de la grave situación en la que vivimos tanto hombres como mujeres en cuanto al acoso sexual; algo del día a día al menos en México.
Como una mujer que vive en el estado de Puebla –estado que según el INEGI[1]-, ocupa el primer lugar nacional con mayor violencia física y sexual hacia las mujeres, puedo decir que el acoso sí es un problema de todos mis días, situación que se refleja en algo que pareciera tan banal como vestirme.
Y es que al despertar lo primero que hago después de ir al baño es checar cómo estará el clima y de acuerdo al a veces no tan acertado servicio de clima de mi celular, empiezo a revisar qué me pongo. Pero momento… ahí no acaba el asunto, justo en ese instante en el que estoy parada frente a mi clóset empiezo a hacer las ya rutinarias preguntas de ¿en qué lugares estaré hoy?, ¿con quién/quiénes estaré?, ¿por qué calles caminaré?, ¿qué transporte público usaré y a qué horas?, la blusa ¿se transparentará demasiado?, y así ir respondiéndome mientras elimino opciones. Y no se diga cuando tienes ganas de ponerte un vestido o una falda.
Una vez lista, agarro mi mochila, el celular y los audífonos y salgo de mi casa. En la calle todos estamos propensos a convertirnos en víctimas de algún tipo de delincuencia pero como mujer aparte de eso tienes que pensar en si a algún par de idiotas se les ocurre decirte algún piropo o aquél que te dice que deberías actuar más como una mujer, o el que logra con su mirada hacerte sentir incómoda, es decir, los Weinstein de nuestro día a día.
A pesar de todo esto, conozco igualmente a seres maravillosos que revierten las preguntas o que simplemente hacen que las olvides por un rato, personas que reconocen al otro como su igual y sobre todo que lo respetan, sin importar sexo, género, preferencia sexual o si decide usar falda o pantalón ese día.
[1] http://www.lajornadadeoriente.com.mx/2017/07/20/atlas-genero-del-inegi-puebla-primer-lugar-nacional-mayor-violencia-fisica-sexual-hacia-mujeres/ recuperado el 8 de noviembre de 2017.