Coco wash de Disney para México y el mundo
Por -David Hernando Cortez Sandoval
En México estamos llenos de tradiciones increíbles, y una de las más sobresalientes y coloridas es el Día de Muertos. Mientras que en otros países se le teme a la muerte y se le toma como una referencia negativa en todos los ámbitos tanto religiosos, sociales y culturales, en México celebramos la muerte, platicamos con nuestros muertos, cantamos con ellos, comemos con ellos y hasta nos ponemos borrachos con ellos. Esto hace que cualquier extranjero que venga a México se quede con la boca abierta al ver semejante evento lleno de colorido, sentimiento, fulgor y alegría y por supuesto Disney quiere ganar dinero con ello.
En un intento de invadir todos los mercados posibles, Disney lleva a las pantallas una película dedicada al día de muertos. Una producción llena de contrastes tanto para el público general como para un ojo analítico que no se deja llevar por la simplicidad y las intenciones reales de una puesta en escena como esta. A tal punto, que en su afán de maximizar la rentabilidad de una tradición mexicana con tanto potencial, Disney intentó registrar la palabra “día de muertos” como un derecho exclusivo y marca registrada. Afortunadamente el término día de muertos es patrimonio lingüístico de la humanidad y los directivos de Disney y Pixar se tuvieron que conformar con la realización de Coco.
¿Pero qué cuenta en realidad Coco? Comencemos por lo básico. Es la historia de un niño llamado Miguel que vive en el pueblo de Santa Cecilia, es un niño talentoso que le encanta la música y es un gran admirador del fallecido Ernesto de la Cruz; un cantante que marcó época en México y que obviamente hace referencia al inmortal Pedro Infante. Desafortunadamente su familia detecta la música y no le permite practicar su vocación. En una noche Miguel roba la guitarra de Ernesto de la Cruz mágicamente es transportado al mundo de los muertos y este es el principal problema de la película.
La historia es demasiado simple y llena de clichés. Disney y Pixar se han caracterizado siempre por brindarnos historias creativas e innovadoras, ver la vida de los monstruos, la de los juguetes, la de los peces e incluso la de las emociones. Son estas películas las que han marcado una distinción emotiva en el público y a estas las consideramos de nuestras favoritas y en caso de volverlas a ver nos remontan a aquellos tiempos de infancia o adolescencia donde la magia surge nuevamente y no podemos hacer nada más que traer a la familia y disfrutarlas una vez más.
En Coco lo que todos alaban son las referencias clásicas mexicanas. ¿Qué más clásico que el tequila, el xoloescuincle, Frida Kahlo, los tamales y los alebrijes? Todo esto para que parezca que Pixar y Disney conocen y entienden la cultura mexicana pero como se menciona antes, todo esto sólo son estereotipos. Y para colmo todo se lleva a cabo en un contexto típico colonial y de pueblo para denominar la situación más típica del mexicano de clase baja. Un pueblo de clase media donde no hay tecnología, donde las familias son numerosas, las actividades cotidianas no sobrepasan los prejuicios y conceptos que cualquier europeo o norteamericano podría tener de un mexicano. Esto solo en el plano argumentativo.
Dentro de la rama técnica, Disney y Pixar se saben la fórmula de memoria. La animación es de primera. Existen momentos y situaciones espectaculares que el espectador no podía dejar de esperar de Pixar. Pero siendo verdaderamente críticos, México es un país mucho más colorido y espectacular de lo que los animadores y técnicos de Disney consiguieron con Coco. Si algo sabemos de estas productoras es que siempre nos van a sorprender con ambientes e historias sorprendentes, por ejemplo; la primera vez que vimos el cabello de Soli en Monsters Inc, la impactante
Por -David Hernando Cortez Sandoval
En México estamos llenos de tradiciones increíbles, y una de las más sobresalientes y coloridas es el Día de Muertos. Mientras que en otros países se le teme a la muerte y se le toma como una referencia negativa en todos los ámbitos tanto religiosos, sociales y culturales, en México celebramos la muerte, platicamos con nuestros muertos, cantamos con ellos, comemos con ellos y hasta nos ponemos borrachos con ellos. Esto hace que cualquier extranjero que venga a México se quede con la boca abierta al ver semejante evento lleno de colorido, sentimiento, fulgor y alegría y por supuesto Disney quiere ganar dinero con ello.
En un intento de invadir todos los mercados posibles, Disney lleva a las pantallas una película dedicada al día de muertos. Una producción llena de contrastes tanto para el público general como para un ojo analítico que no se deja llevar por la simplicidad y las intenciones reales de una puesta en escena como esta. A tal punto, que en su afán de maximizar la rentabilidad de una tradición mexicana con tanto potencial, Disney intentó registrar la palabra “día de muertos” como un derecho exclusivo y marca registrada. Afortunadamente el término día de muertos es patrimonio lingüístico de la humanidad y los directivos de Disney y Pixar se tuvieron que conformar con la realización de Coco.
¿Pero qué cuenta en realidad Coco? Comencemos por lo básico. Es la historia de un niño llamado Miguel que vive en el pueblo de Santa Cecilia, es un niño talentoso que le encanta la música y es un gran admirador del fallecido Ernesto de la Cruz; un cantante que marcó época en México y que obviamente hace referencia al inmortal Pedro Infante. Desafortunadamente su familia detecta la música y no le permite practicar su vocación. En una noche Miguel roba la guitarra de Ernesto de la Cruz mágicamente es transportado al mundo de los muertos y este es el principal problema de la película.
La historia es demasiado simple y llena de clichés. Disney y Pixar se han caracterizado siempre por brindarnos historias creativas e innovadoras, ver la vida de los monstruos, la de los juguetes, la de los peces e incluso la de las emociones. Son estas películas las que han marcado una distinción emotiva en el público y a estas las consideramos de nuestras favoritas y en caso de volverlas a ver nos remontan a aquellos tiempos de infancia o adolescencia donde la magia surge nuevamente y no podemos hacer nada más que traer a la familia y disfrutarlas una vez más.
En Coco lo que todos alaban son las referencias clásicas mexicanas. ¿Qué más clásico que el tequila, el xoloescuincle, Frida Kahlo, los tamales y los alebrijes? Todo esto para que parezca que Pixar y Disney conocen y entienden la cultura mexicana pero como se menciona antes, todo esto sólo son estereotipos. Y para colmo todo se lleva a cabo en un contexto típico colonial y de pueblo para denominar la situación más típica del mexicano de clase baja. Un pueblo de clase media donde no hay tecnología, donde las familias son numerosas, las actividades cotidianas no sobrepasan los prejuicios y conceptos que cualquier europeo o norteamericano podría tener de un mexicano. Esto solo en el plano argumentativo.
Dentro de la rama técnica, Disney y Pixar se saben la fórmula de memoria. La animación es de primera. Existen momentos y situaciones espectaculares que el espectador no podía dejar de esperar de Pixar. Pero siendo verdaderamente críticos, México es un país mucho más colorido y espectacular de lo que los animadores y técnicos de Disney consiguieron con Coco. Si algo sabemos de estas productoras es que siempre nos van a sorprender con ambientes e historias sorprendentes, por ejemplo; la primera vez que vimos el cabello de Soli en Monsters Inc, la impactante