Existe todo un movimiento en contra de las imágenes retocadas que se abre paso en el mundo. De hecho no es un tema actual, ya desde hace varios años se intenta hacer consciencia de que lo que vemos mayoritariamente en la publicidad no es más que una mentira pues el cuerpo de una mujer real está lejos de ser como lo pinta una imagen.
Estamos rodeados de diverso contenido visual que encontramos en la televisión, los centros comerciales, inclusive caminando por las calles solo hace falta voltear a cualquier punto y vemos anuncios e imágenes de diversa procedencia, pero con efectos muy parecidos en su mensaje. Internet al que ya casi todos tenemos acceso, nos envía una bomba de publicidad todo el tiempo, tiendas, marcas, todas éstas con imágenes apantallantes y cómo no mencionar redes sociales con cuentas que tienen miles de seguidores porque retratan figuras humanas perfectas.
En la actualidad, existen campañas de diversas marcas pero también otras de las propias mujeres hartas de que se venda una imagen irreal femenina y en contra del retoque fotográfico pero, ¿cómo le haces entender a una niña de 10 años que es perfecta como es y qué después de su desarrollo seguirá siéndolo?
Siempre ha existido la publicidad acompañada de imágenes de mujeres hermosas, igual y si lo miras a los 7, 8, 9 años no pasa nada porque aún no eres consciente de tu aspecto físico pero comienza la pubertad y todo lo que has absorbido desde años pasados comienza a dar problemas. Comienza la inseguridad al ver que estás cambiando pero estás lejos de parecerte a la modelo de tu tienda favorita. Aquí comienzan las dietas, el ejercicio y las mascarillas por que las mujeres que vemos en los medios jamás tendrían un grano o manchas en la piel.
Yo no estuve exenta de todo esto y debo admitir que al inicio de mi pubertad fue muy difícil enfrentarme a esta bomba visual. Miraba sesiones fotográficas de las artistas a quienes seguía y compraba muchas revistas en donde veía mujeres hermosas: delgadas, altas, sin acné ni brillo en la cara, con el cabello largo y brilloso y una sonrisa perfecta con dientes blancos. No pasó mucho para que me sintiera profundamente insatisfecha conmigo misma, mi meta era ser igual a muchas de ellas. Estaba tan fuera de la realidad que necesitaba editar todas mis fotos para sentirme atractiva y aunque las dejará completamente diferentes a las originales, solo así me sentía tranquila y hasta feliz. Después vi esto de otra forma, ¡yo también podía ser perfecta con la ayuda de un programa de edición! No importaba si no salía tan bien en las fotos, con el uso de algunas herramientas podía desaparecer mis imperfecciones.
Pero no todas las adolescentes lo logran ver así, en algunas crece tanto la obsesión e insatisfacción que desarrollan trastornos alimenticios como la bulimia y la anorexia. Quieren a toda costa ser iguales a las mujeres retratadas para no sentirse fuera de lugar o simplemente ya compraron esa idea de belleza.
Y es cierto, las fotografías que nos muestran diversos medios son atractivas, pero completamente irreales. No existen mujeres con medidas ni pieles perfectas. Si miras a tu alrededor te das cuenta de que no existe nadie así, todos tenemos imperfecciones por naturaleza, poros abiertos, lunares o pecas, se nos forman los rollitos al sentarnos, el cabello se maltrata por muchas razones.
Por fortuna existe ya el compromiso que han hecho algunas marcas y revistas de no retocar a sus modelos para que así las mujeres se den cuenta de que son como ellas y la perfección es una ilusión.
Existen miles de formas de cuerpo como personas en el mundo, por lo tanto es absurdo pensar que debemos ser igual a alguien más porque también esto sería prácticamente imposible. Aunque ya existe un avance con las campañas que mencioné, aún falta un largo camino por recorrer para detener esta visión distorsionada de la realidad que nos absorbe desde una edad temprana en la cual apenas tenemos herramientas para distinguir entre lo que es real o sano y lo que no lo es.
Estamos rodeados de diverso contenido visual que encontramos en la televisión, los centros comerciales, inclusive caminando por las calles solo hace falta voltear a cualquier punto y vemos anuncios e imágenes de diversa procedencia, pero con efectos muy parecidos en su mensaje. Internet al que ya casi todos tenemos acceso, nos envía una bomba de publicidad todo el tiempo, tiendas, marcas, todas éstas con imágenes apantallantes y cómo no mencionar redes sociales con cuentas que tienen miles de seguidores porque retratan figuras humanas perfectas.
En la actualidad, existen campañas de diversas marcas pero también otras de las propias mujeres hartas de que se venda una imagen irreal femenina y en contra del retoque fotográfico pero, ¿cómo le haces entender a una niña de 10 años que es perfecta como es y qué después de su desarrollo seguirá siéndolo?
Siempre ha existido la publicidad acompañada de imágenes de mujeres hermosas, igual y si lo miras a los 7, 8, 9 años no pasa nada porque aún no eres consciente de tu aspecto físico pero comienza la pubertad y todo lo que has absorbido desde años pasados comienza a dar problemas. Comienza la inseguridad al ver que estás cambiando pero estás lejos de parecerte a la modelo de tu tienda favorita. Aquí comienzan las dietas, el ejercicio y las mascarillas por que las mujeres que vemos en los medios jamás tendrían un grano o manchas en la piel.
Yo no estuve exenta de todo esto y debo admitir que al inicio de mi pubertad fue muy difícil enfrentarme a esta bomba visual. Miraba sesiones fotográficas de las artistas a quienes seguía y compraba muchas revistas en donde veía mujeres hermosas: delgadas, altas, sin acné ni brillo en la cara, con el cabello largo y brilloso y una sonrisa perfecta con dientes blancos. No pasó mucho para que me sintiera profundamente insatisfecha conmigo misma, mi meta era ser igual a muchas de ellas. Estaba tan fuera de la realidad que necesitaba editar todas mis fotos para sentirme atractiva y aunque las dejará completamente diferentes a las originales, solo así me sentía tranquila y hasta feliz. Después vi esto de otra forma, ¡yo también podía ser perfecta con la ayuda de un programa de edición! No importaba si no salía tan bien en las fotos, con el uso de algunas herramientas podía desaparecer mis imperfecciones.
Pero no todas las adolescentes lo logran ver así, en algunas crece tanto la obsesión e insatisfacción que desarrollan trastornos alimenticios como la bulimia y la anorexia. Quieren a toda costa ser iguales a las mujeres retratadas para no sentirse fuera de lugar o simplemente ya compraron esa idea de belleza.
Y es cierto, las fotografías que nos muestran diversos medios son atractivas, pero completamente irreales. No existen mujeres con medidas ni pieles perfectas. Si miras a tu alrededor te das cuenta de que no existe nadie así, todos tenemos imperfecciones por naturaleza, poros abiertos, lunares o pecas, se nos forman los rollitos al sentarnos, el cabello se maltrata por muchas razones.
Por fortuna existe ya el compromiso que han hecho algunas marcas y revistas de no retocar a sus modelos para que así las mujeres se den cuenta de que son como ellas y la perfección es una ilusión.
Existen miles de formas de cuerpo como personas en el mundo, por lo tanto es absurdo pensar que debemos ser igual a alguien más porque también esto sería prácticamente imposible. Aunque ya existe un avance con las campañas que mencioné, aún falta un largo camino por recorrer para detener esta visión distorsionada de la realidad que nos absorbe desde una edad temprana en la cual apenas tenemos herramientas para distinguir entre lo que es real o sano y lo que no lo es.