Columna por: Oliver Rojas Martínez
En la actualidad, la política exterior en México se ha vuelto un tema de sumo interés para muchas personas, ya sea por un secretario de relaciones exteriores que llegó al cargo a “aprender” o por un presidente que no sabe destacar su presencia en una gira y se limita a leer un discurso prefabricado haciendo gala de su nivel de inglés digno de un estudiante del mundo de inglés de Disney.
Tras 23 años de vigencia del Tratado de Libre Comercio de América del Norte se ha demostrado que dicho documento requiere de modificaciones importantes, para esto se dio luz verde a la renegociación del TLCAN, sin embargo, al principio no se tenía una perspectiva clara de lo que significaba dicho proceso, pero fue gracias a un twitt del presidente americano Donald Trump que el gobierno mexicano y la economía nacional recibieron un balde de agua fría en la espalda.
En dicho mensaje decía que Estados Unidos había decidido abandonar el TLCAN, sin embargo esto no fue verdad pero cuando dicha información llegó a la bolsa de comercio mundial el peso sufrió una devaluación inmediata, dejándolo en significativa desventaja ante el dólar americano.
Dicho suceso conmocionó al país y dejó muy claro que la renegociación del TLCAN era un asunto muy delicado. Además de exponer la volatilidad de la moneda el hecho dejó entrever que por más de 20 años México había permanecido inerte y sin progreso en el tema de las relaciones internacionales o por lo menos en lo que respecta al comercio. Dejó ver también que alrededor del 70% del comercio internacional que lleva a cabo México es con Estados Unidos, dejando en clara desventaja a los mexicanos ante el mercado globalizado.
En los últimos meses se ha visto al gobierno mexicano realizando proyectos comerciales con la Unión Europea y China, por lo que se deja ver la preocupación que invade a la administración pública, y no es para menos porque se estima que si el TLCAN decae y no se firma por los tres países, comenzaría una de las más fuertes recesiones económicas del país, comenzando por la reducción de inversión extranjera en México, seguida de pérdida de empleos, encarecimiento de la canasta básica, devaluación del peso en el mercado de divisas y una baja significativa en la recaudación fiscal del país, lo que a su vez provoca recortes en el presupuesto nacional y aumentos en impuestos para amortizar el gasto público.
El comercio exterior siempre ha sido uno de los principales motores económicos del país y es momento de pensar en reformarlo, incluso si el TLCAN se firma es importante fortalecer las alianzas con grupos comerciales más allá de los límites del tratado y no permitir que la economía nacional penda de un hilo que fácilmente puede ser cortado por un presidente extranjero. Hay mercados fértiles y en crecimiento en América Latina y Europa, además existe una gran vinculación entre el gobierno mexicano y las naciones asiáticas, por lo que no es imposible fortalecer el comercio exterior fuera de América del norte.
En la actualidad, la política exterior en México se ha vuelto un tema de sumo interés para muchas personas, ya sea por un secretario de relaciones exteriores que llegó al cargo a “aprender” o por un presidente que no sabe destacar su presencia en una gira y se limita a leer un discurso prefabricado haciendo gala de su nivel de inglés digno de un estudiante del mundo de inglés de Disney.
Tras 23 años de vigencia del Tratado de Libre Comercio de América del Norte se ha demostrado que dicho documento requiere de modificaciones importantes, para esto se dio luz verde a la renegociación del TLCAN, sin embargo, al principio no se tenía una perspectiva clara de lo que significaba dicho proceso, pero fue gracias a un twitt del presidente americano Donald Trump que el gobierno mexicano y la economía nacional recibieron un balde de agua fría en la espalda.
En dicho mensaje decía que Estados Unidos había decidido abandonar el TLCAN, sin embargo esto no fue verdad pero cuando dicha información llegó a la bolsa de comercio mundial el peso sufrió una devaluación inmediata, dejándolo en significativa desventaja ante el dólar americano.
Dicho suceso conmocionó al país y dejó muy claro que la renegociación del TLCAN era un asunto muy delicado. Además de exponer la volatilidad de la moneda el hecho dejó entrever que por más de 20 años México había permanecido inerte y sin progreso en el tema de las relaciones internacionales o por lo menos en lo que respecta al comercio. Dejó ver también que alrededor del 70% del comercio internacional que lleva a cabo México es con Estados Unidos, dejando en clara desventaja a los mexicanos ante el mercado globalizado.
En los últimos meses se ha visto al gobierno mexicano realizando proyectos comerciales con la Unión Europea y China, por lo que se deja ver la preocupación que invade a la administración pública, y no es para menos porque se estima que si el TLCAN decae y no se firma por los tres países, comenzaría una de las más fuertes recesiones económicas del país, comenzando por la reducción de inversión extranjera en México, seguida de pérdida de empleos, encarecimiento de la canasta básica, devaluación del peso en el mercado de divisas y una baja significativa en la recaudación fiscal del país, lo que a su vez provoca recortes en el presupuesto nacional y aumentos en impuestos para amortizar el gasto público.
El comercio exterior siempre ha sido uno de los principales motores económicos del país y es momento de pensar en reformarlo, incluso si el TLCAN se firma es importante fortalecer las alianzas con grupos comerciales más allá de los límites del tratado y no permitir que la economía nacional penda de un hilo que fácilmente puede ser cortado por un presidente extranjero. Hay mercados fértiles y en crecimiento en América Latina y Europa, además existe una gran vinculación entre el gobierno mexicano y las naciones asiáticas, por lo que no es imposible fortalecer el comercio exterior fuera de América del norte.